20/09/2017

Duncan no faltó a su promesa y ella encontró flores en el muro cada día. No obstante, no había vuelto a coincidir con él. Cuando lograba salir de su casa, tras pedir permiso a su padre y dejar organizadas las tareas del hogar, corría como si los lobos la acecharan a sabiendas que el sol ya lucía demasiado alto para que volviese a producirse un encuentro y que con total probabilidad, solo la esperasen las flores sobre las frías piedras.
Hacía más de una semana que acudía a recoger sus presentes, cada vez más abundantes y diversos en tamaños y colores, pero hoy por fin había logrado escabullirse más pronto y guardaba la secreta esperanza de un nuevo reencuentro.

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