14/02/2020

Caminó los escasos metros que la separaban del salón mientras se descalzaba y movía los hombros para relajar los músculos, cargados de horas y horas de andar con la bandeja de un lado para otro. De nada le sirvió el gesto. Todo su cuerpo se puso en tensión cuando reparó en las maletas que había preparadas al lado del sofá y vio a Diego con la cabeza enterrada entre las manos.

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