Mi tierra lleva tu nombre y la versatilidad del escritor.

Ya a las puertas de publicar mi octava novela, la primera que presentaré al Premio Literario Amazon, y atendiendo a los consejos de mis lectoras beta, creo que debo hablaros de  Mi tierra lleva tu nombre.

Todas coinciden en que es una novela diferente a las que he escrito y eso me llena de satisfacción, porque significa que poseo cierta versatilidad a la hora de contaros historias diferentes, pero también de miedo. Sí, miedo. Porque temo que vuestras expectativas sean distintas a lo que os vais a encontrar entre las páginas de esta novela. No es una comedia romántica como pueda ser Misión Hippy o Misión Potro. No tiene tintes eróticos como Lo que sea, pero contigo. De hecho, creo que es la novela más blanca que he escrito hasta el momento, porque la historia y los acontecimientos así lo requerían. No quiere decir que no haya anhelo o deseo, porque lo hay. Ya sabéis que me resulta muy difícil contar una historia romántica en la que no haya esa necesidad de expresar el amor hacia la otra persona a través del contacto físico, pero es mejor que descubráis vosotros a qué me refiero. 

Pese a ser una novela histórica, no es una novela como Palabra de McKenzie o Te regalaré pensamientos. Sin embargo, sí tiene cosas en común como es la veracidad de los acontecimientos sociopolíticos de la época y en este caso, el inicio de una historia de amor que se cuece a fuego lento y en la que confluyen otras muchas historias a su alrededor que guían y sustentan la relación principal entre los protagonistas. El contexto: el campo, los naranjos de mi tierra y el olor a azahar. Las calles de una Alzira que ya no son como eran y un viaje tanto emocional como físico a través de los acontecimientos importantes que se vivieron en África y Europa desde 1888 hasta 1918. 

Mi tierra lleva tu nombre es una novela muy especial. Como he comentado en las entrevistas cuando me preguntaban por este nuevo proyecto, está basado en una historia real. En dos en realidad. Conformé el puzle de la historia de Nelia y Juan con la responsabilidad de saber que detrás de mis palabras había vivencias y recuerdos que eran reales, pero con el permiso para, a partir de cierto punto, moldearlos a mi antojo. En esta novela, la historia no se inicia en mi imaginación, sino que parte de la realidad contada por una persona muy cercana a mi familia. Siempre me ha gustado escuchar los testimonios de otras personas porque imprimen tanta emoción en sus palabras que es difícil no contagiarse de ese sentimiento y yo lo hice hasta el punto de querer contaros esta historia. 

En Mi tierra lleva tu nombre, os hablo sobre todo de eso, sentimientos. Pero también de supervivencia, superación, confianza, valentía y de buscar la felicidad y nunca rendirse.  Enmarcado en un tiempo, principios del siglo XX, donde la diferencia de clases definía tu futuro, se avecinaba la Primera Guerra Mundial y los avances científicos y técnicos presagiaban cambios importantes, los protagonistas lucharán para conseguir su propia felicidad.  

Como autora, me gusta complicarme la vida (así me lo hace saber Maribel cada vez que le presento una novela nueva). No todas las historias pueden ser iguales, yo al menos intento que las mías no lo sean. No todos los protagonistas deben seguir el mismo patrón de comportamiento ni tener la misma personalidad. Cada historia requiere unos personajes únicos, con sus luces y sus sombras, que sean coherentes con los acontecimientos a los que tienen que hacer frente y que encajen a la perfección con la novela. Y Nelia, Juan, Manuel, María, Vicente, Francisco, Rosa, Antonio, Aurelia y un montón de personajes más lo son.

Si yo tuviese que definir Mi tierra lleva tu nombre, diría que es una historia muy bonita, de sentimientos intensos y personajes tan reales como imperfectos en una época y un lugar concreto de la historia. Ahora solo espero que dentro de muy poquito le deis una oportunidad y la disfrutéis tanto como he hecho yo mientras la escribía.