Me he decidido a escribir este artículo por la cantidad de mensajes de lectoras que he recibido diciéndome que les ha sorprendido mucho el capitán Fernández. Todas coinciden en que, al leer los comentarios en redes sociales, se imaginaban otro prototipo de personaje. Y yo no puedo alegrarme más de su sorpresa.
Si hay un punto que he querido tratar en el novela, por encima de todos, ha sido el de los prejuicios. Vicky tiene muchos, sobre todo por su experiencia personal, y como escritora me ha resultado muy divertido ir desmontándolos unos a uno. Reconozco que también pensé en las lectoras (y hablo en femenino porque son ellas las que se dirigen a mí), en qué pasaría cuando descubriesen al personaje que había detrás de un apodo tan… digamos sugerente.
Si tuviese que describir a Potro diría que es atractivo, descarado, abierto, cabezota, egocéntrico y un poco chulito. Pero… hay más, mucho más. Es positivo, divertido, sincero, fiel, cariñoso, culto, amigo de sus amigos y muy asertivo en sus relaciones personales. No teme querer ni que le quieran, no es celoso y por supuesto es feminista. ¿Es perfecto? No. Es un tipo normal (que está bueno) con una labia que, para mí, es lo que realmente lo hace irresistible.
El caso es que en los mensajes recibidos, todas han coincidido en que están un poco cansadas del típico empotrador inalcanzable, cerrado, brusco y tosco. Y ahí es donde yo he querido darle una vuelta a la novela y crearlo a ÉL. ¿Es preciso que sea así para hacernos disfrutar? Si habéis leído la novela, creo que Vicky no tiene queja.
Por mi parte he intentado conformar un todo que resultase irresistible y como os he dicho antes, desmontar algunos prejuicios. Y es que Potro ofrece muchísimo más. Así que si buscas solamente un empotrador, Potro NO es tu hombre.
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